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martes, 26 de enero de 2016

Sonreír


Por norma general, (aunque no es una norma que siempre me sea posible cumplir) suelo quedarme con las cosas buenas, con aquello que me hizo reír, con aquello que mínimamente me sacó una sonrisa por pequeña que sea. Y aunque no hace mucho estuve con unos amigos debatiendo aquello de que "la mente casi nunca es selectiva con lo que es bueno, si no que va por libre", sí que es verdad, que por mi propia salud mental y física, intento siempre quedarme con lo bueno que la gente o las situaciones me brindan, y lo demás simplemente es el resto, que para mí simplemente resta y no importa. Como he dicho en alguna situación, a lo largo de nuestra vida, la mayoría de nosotros recordaremos las cosas más importantes, y triste o alegre, no logramos acordarnos de cada día y cada minuto. Así que ... sí, es importante guardar en nuestro bolsillo aquello que nos aporta sonrisas, ilusiones, fantasía, buenos ratos... Señoras y señores, lo demás, debería ser sólo el resto.



Y a poquito,
que sonrías llegará la alegría.
Sí, de los ratos peores germinan los buenos,
sonreír no se compra no vale dinero. 
Rosana Arbelo

martes, 19 de enero de 2016

Influenciable


Influcienciable. Dicho así, suena a una película (de esas de saga) o incluso una canción con un estribillo incluso bonito. Pero no, en este caso no es eso. Es algo que soy yo: influenciable. Y no es que tenga falta de personalidad propia, ni que no sepa tomar mis propias decisiones, porque creo que hasta ese punto no llego, pero a la hora de la verdad, cuando algo se tuerce o no se tuerce, si se balancea solamente, yo de repente torno a ser influenciable. No me importa lo que diga un desconocido o un conocido, pero en cambio sí lo que diga un amigo (o lo que yo considero un amigo). 

Pues esto el año pasado por estas fechas estalló en mi cara. Es verdad que se estuvo "cociendo a fuego suave" e "hirviendo en su propio jugo" durante meses y de repente en enero hizo tal "crash" que para ser sincera, hasta ahora no se me ha ocurrido decir "esta boca es mía" del dolor y alucinación (sobre todo) que me produjo. 

Poco a poco en mi cabeza se agolpaban situaciones, vivencias, que dejaban un "no sé qué y qué se yo" dentro de mí. Mis oídos recibían información (creíble o increíble) que dejaban paso a un malestar con aquello de lo que se me hablaba. Y yo no me di cuenta. No, ¿para qué me iba a dar cuenta?. Cuando la información viene de una fuente "creíble" ¿para qué iba a perder mi tiempo en ver que no estamos todos los que somos ni somos todos los que estamos?. 

Pues eso. Y al final pasó lo que tenía que pasar, que estalló y me dejó la cara embarrada. Dicen que todo pasa y yo a esto añadiría que de todo se sale y finalmente, aparte de aprender la lección, también te das cuenta que no era tan dramático.

Y no es que en un año me haya vuelto menos influenciable, pero sí aprendí a no creer a pies juntillas las cosas que llegan a mi oído, aunque sea de alguien que conozco mucho, siempre es mejor dar el beneficio de la duda a todo el mundo, porque ni todo el mundo es tan bueno, ni los que son tan malos, lo son tanto, y a fin de cuentas, todos y todas, debemos responsabilizarnos de nuestros actos y no culpar al que tenemos al lado de haber dejado de lado cosas, cosos y coses. Más que nada, porque no es justo e ir contando el cuento según te conviene a todo el que tienes alrededor, lo convierte en más injusto, si cabe...



martes, 12 de enero de 2016

Quiero...




Yo quiero que lo tengas todo. Que te levantes cada mañana sin que eches de menos absolutamente nada. Y que te asomes por la ventana e incluso si llueve tengas un paraguas en tu mano. 

Me gustaría que lo que esperes de la gente sea lo que tú imaginaste, que nadie te haga daño, ni si quiera en las peores de las pesadillas. Quiero que tu salud jamás se resquebraje, ni que nadie de los tuyos pase por enfermedades. 

Quiero un mundo exquisito para tí, de esos de cinco cubiertos y que el buffet sea tan libre, que puedas pillarte un atracón sin que te siente mal al estómago. 

Deseo que si te caes lleves rodilleras, y que si no las llevas haya un colchón debajo. 

Y yo prometo que haré todo lo que esté de mi mano para protegerte. Y que si lloras, estaré a tu lado, y que si estás triste sólo sean cinco minutos y después vengan las mayores de las alegrías, porque como bien dicen: después de la tempestad, viene la calma. 

Quiero lo mejor para tí, porque sí, porque te lo mereces. Y en esos días en los que no sepas qué hacer, te sientes de frente a tu ordenador, y encuentres tan sólo dos minutos para sentarte aquí conmigo... en la habitación de Lorefield.
D. Lorefield

Empezamos. Bienvenid@s a 2016, bienvenid@s a mi vuestra casa.