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martes, 28 de febrero de 2017

¿Sabes?



¿Sabes? me sigue gustando el café con dos cucharadas y media de azúcar, y beberlo caliente en una taza grande de colores animados.

¿Sabes? aún paso por Gran Vía y me acuerdo de aquella vez en la que hablando conmigo, fantaseando quizás, te chocaste contra un semáforo, ¡¡ qué risa !!, ¿te acuerdas?

¿Sabes?, me corté el pelo, aunque no me lo teñí, sólo las canas cuando afloran y es que tú mejor que yo, sabes que nosotros, somos canosos, y me sigue gustando llevarlo recogido en un moño, pero me acuerdo que a tí te gustaba más suelto, sin coletas ni moños que lo ataran y lo privaran del viento.

¿Sabes?, me acuerdo de tu poesía y de tu guitarra. De tus canciones escritas en una libreta y de tu voz recitando todo lo que escribías. Tienes arte, supongo que lo sabes.

¿Sabes?, me acuerdo de las veces en que me dijiste que siempre estaríamos juntos y que pasara lo que pasara, siempre ibas a estar ahí. Jodida palabra "siempre", es como para toda la vida, y luego no es así. No te fíes de nadie que dice siempre, porque siempre no existe.

¿Sabes? también recuerdo lo mal que me hiciste sentir muchas veces, las veces en las que la confianza da verdadero asco y me hacías sentir inferior para subir tú dos peldaños de aquellas escaleras imaginarías.

¿Sabes? prefiero recordar las cosas buenas nuestras, que quedaron en un baúl de un lugar recóndito en mi mente, porque de cualquier forma, siempre estarás ligado a mí.

Pero ahora, libre de tí, ¿sabes? ahora sí puedo tumbarme en la cama, cerrar los ojos y dormir, porque has dejado de ser mi cafeina, mi pesadilla, has dejado de ser quien eras, al menos para mí, porque no hay nada que el tiempo no cure, y definitivamente yo... ya estoy curada de tí.
D. Lorefield

martes, 21 de febrero de 2017

Me casaría contigo


Me casaría contigo, en serio, con tu sonrisa preciosa, con esos labios tuyos, tan carnosos, y esa dentadura perfecta. Me casaría con cada lunar dibujado en tu cuerpo y con tu pelo, que por muchas quejas que pongas, es el pelo rizado más bonito del mundo. Sí, porque lo digo yo, y estando despiertos sabes que mando yo, y mientras dormimos lo haces tú. 

Estoy locamente enamorada de tu D, de esa D que me Desquicia en muchas ocasiones, de esa D vestida de Duende que me cuida cuando tengo fiebre y cuando no también. Estoy tremendamente enamorada de esa D que me Direcciona porque sabes que yo no entiendo los mapas y si diera tres vueltas a la manzana igualmente me perdería. De esa D que Diambula por la noche en mis sueños tejiendo nuevas ilusiones. Caí en las redes de esa D que Danza con un paso extraño porque no sabes bailar, pero me encanta ver cómo lo intentas con cara de interesante. Enamorada de esa D que Debate cada noche sobre las cosas cotidianas del día a día. Porque no dejamos de hablar, somos como cotorros contando infinidad de cosas en infinidad de ocasiones o nada en otras, pero qué bonito tenerte sentado a mi lado, en nuestro sofá, ese que compramos no en rebajas, pero estaba rebajado. 

Me casaría contigo, de verdad te lo digo. Porque me enamora esa D que no me Debe nada y a la que debo tanto. De esa D que Decide conmigo hasta las más pequeñas cosas de la vida, por tontas que parezcan. Me enloquece esa D tuya que me trata como una Dama porque sabes que soy del siglo pasado y me encantan que me dejen pasar primero y que me abran la puerta del coche. De esa D que no Duda en taparme cuando tengo frío, que no Duda en hacer el tonto cuando estoy deprimida. Esa D que conoce mi D. 

Me casaría contigo, en serio te lo digo, me casaría si no fuera porque hace casi una década me casé contigo y desde entonces soy una persona con dos brazos, cuatro piernas, dos almas pero un único corazón: tú, y sí, es cierto, soy asquerosamente cursi, pero me casaría contigo, en serio te lo digo. 
D. Lorefield

martes, 14 de febrero de 2017

En barquitos llamados Recuerdos




Esta noche he perdido mi brújula y he hecho una excursión en pequeños barcos llamados recuerdos a través de un río, mar, océano, qué más da. Hay detalles que no importan. Cada barco me ha llevado a un lugar diferente donde estaba yo en diferentes años de mi vida. 

He visto aquella niña que tuvo que crecer rápido sin apenas conocer la niñez, y he visto a aquella mujer que por primera vez rompían el corazón aquella que se enamoró y aquella chica que se miraba al espejo tratando de alisar sus rizos. He visto aquella persona a la que amigos la defraudaron, la misma que encontró grandes amigos que conserva a través de años, años y años. Aquella que luchó por ser madre y lo consiguió. 

Esta noche he perdido mi brújula, y he hecho una excursión en pequeños barcos llamados recuerdos, y me he dado cuenta de lo afortunada que soy por haber creado la maravillosa familia que tengo y por tener a grandes amigos a mi lado.
D. Lorefield

martes, 7 de febrero de 2017

Malditas apariencias



No, no te equivoques, no me conoces, aunque crees conocerme. No suelo creer en los dichos, la verdad sea dicha, pero hay un dicho que reza algo así como "las apariencias engañan", y tanto que engañan. No te has tomado un café conmigo, no sabes cual es mi color preferido, no sabes nada de mí, así que no te equivoques, porque no me conoces, aunque crees conocerme.

Que las faldas cortas,  los labios pintados y ligarse a un tío por la noche te convierten en una chica de Montera ¿y qué si lo eres?, como tampoco las niñas buenas con faldas hasta los tobillos, esas que no dicen mentiras, y van a misa, son tan buenas como ellas mismas le cuentan a este mundo.

Este mundo que se rige por dichosas y ridículas apariencias, cuando la apariencia no es más que lo que tú eres en tu interior, y para saber eso, deberíamos mirar hacía adentro. Meter nuestros ojos en nuestro propio cuerpo y mirar atentamente.

Que no existen las princesas y que si existen yo no soy esa, que nunca fui de buena ni de mala, que no soy una película, ni un cuento de hadas, que como todos tengo defectos y ay de mí el día que crea  no tenerlos. Que soy una estátua inacabada, que por no saber no sé ni coser, ni hacer un remiendo a un dichoso pantalón que sólo guardo por su recuerdo. Que soy la imperfección personificada, que soy el Desastre más absoluto, la cabeza más loca, que no me considero mentirosa, pero mentí cuando creí que debí hacerlo y tal vez me equivoqué, o tal vez no, no lo sé.

Que muchas veces voy sin frenos, cuesta abajo y abajo sólo me espera un muro de cemento y para frenar, sólo tengo mis manos. Puñetero mundo, que juzga, critica y señala con el dedo a todo aquel que se sale de la norma, ¿pero de qué puta norma hablamos?, ¿quién la impuso?, ¿tal vez quien sube cada año la tarifa del transporte público, los alimentos, la luz, el agua, el gas y se olvida de subir ni un céntimo la nómina? Pues que les den.

No, no soy perfecta ni pretendo serlo, y ya no quiero ser políticamente correcta, porque nunca me gustó la política y odio ser correcta. Es así de sencillo, y si crees que conoces a aquel que tanto criticas, tómate un café con él, gasta una hora de tu tiempo escuchándole, luego regresa a tu casa, mírate al espejo y pregúntate: te gustaría que hablasen de tí?, porque hay palabras que hacen daño, hay algunas que incluso llevan una daga invisible que te atraviesa hasta el alma, y sólo lo sabes porque hasta respirar te cuesta.
D. Lorefield