Hay quien adora el silencio de la noche.
Hay quien adora el momento de tumbarse en la cama y escuchar el sonido del silencio.
Para mí era mi momento de calma, el momento oportuno de pensar en todo lo que había hecho durante el dia.
Hay momentos en la vida, que de repente todo cambia y lo hace de manera extrema, de manera rotunda, de manera en que jamás volverá a ser como antes.
Hay quien teme el sonido del silencio por miedo a que sea tan grande que le deje sordo para toda una vida.
Pero las noches siguen siendo noches.
Las cosas siguen estando donde están.
Nada se mueve salvo tu pecho por los latidos de tu corazón.
El silencio debe ser siempre el sonido de la calma, de la paz, y en cambio ¿por qué no siempre es así?.
Las noches siguen siendo noches, no son más largas que un día y en cambio un día escogido por azar en el calendario te puede parecer que una noche es más larga que nada en este mundo.
Las cosas cambian, pero no lo cambia el silencio, no lo cambia la noche, ni su oscuridad, lo cambia tu vida, tu transcurso por ella y tu forma de ver las cosas es lo único que puede salvarte de tener la noche más larga en toda una vida.
Quiero volver a pensar que las noches son noches, volver a dormir de la manera que lo hacía y esta vez como tantas otras, no tengo más remedio que volver con mi amiga paciencia, agarrada a mi reloj personal, para que nunca, nunca se me olvide que sólo el tiempo cura las heridas más profundas y los corazones más destrozados, sean cuáles sean los motivos para que eso sea así, por eso yo sólo quiero que las noches vuelvan a ser sólo noches.
Y aún así, siguen habiendo canciones que me recuerdan quién soy, y personas que pierden un poquito de su tiempo para recordarme quién sigo siendo yo.
Algunas veces no tengo ni idea y soy torpe
pero tengo amigos que me quieren y simplemente saben dónde estoy.
Todo es parte de mí y eso es quién soy.
P.D.: Gracias a mi psicólogo preferido y a todos aquellos que están conmigo. No hace falta dar nombres, cada uno ya lo sabéis.
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