Influcienciable. Dicho así, suena a una película (de esas de saga) o incluso una canción con un estribillo incluso bonito. Pero no, en este caso no es eso. Es algo que soy yo: influenciable. Y no es que tenga falta de personalidad propia, ni que no sepa tomar mis propias decisiones, porque creo que hasta ese punto no llego, pero a la hora de la verdad, cuando algo se tuerce o no se tuerce, si se balancea solamente, yo de repente torno a ser influenciable. No me importa lo que diga un desconocido o un conocido, pero en cambio sí lo que diga un amigo (o lo que yo considero un amigo).
Pues esto el año pasado por estas fechas estalló en mi cara. Es verdad que se estuvo "cociendo a fuego suave" e "hirviendo en su propio jugo" durante meses y de repente en enero hizo tal "crash" que para ser sincera, hasta ahora no se me ha ocurrido decir "esta boca es mía" del dolor y alucinación (sobre todo) que me produjo.
Poco a poco en mi cabeza se agolpaban situaciones, vivencias, que dejaban un "no sé qué y qué se yo" dentro de mí. Mis oídos recibían información (creíble o increíble) que dejaban paso a un malestar con aquello de lo que se me hablaba. Y yo no me di cuenta. No, ¿para qué me iba a dar cuenta?. Cuando la información viene de una fuente "creíble" ¿para qué iba a perder mi tiempo en ver que no estamos todos los que somos ni somos todos los que estamos?.
Pues eso. Y al final pasó lo que tenía que pasar, que estalló y me dejó la cara embarrada. Dicen que todo pasa y yo a esto añadiría que de todo se sale y finalmente, aparte de aprender la lección, también te das cuenta que no era tan dramático.
Y no es que en un año me haya vuelto menos influenciable, pero sí aprendí a no creer a pies juntillas las cosas que llegan a mi oído, aunque sea de alguien que conozco mucho, siempre es mejor dar el beneficio de la duda a todo el mundo, porque ni todo el mundo es tan bueno, ni los que son tan malos, lo son tanto, y a fin de cuentas, todos y todas, debemos responsabilizarnos de nuestros actos y no culpar al que tenemos al lado de haber dejado de lado cosas, cosos y coses. Más que nada, porque no es justo e ir contando el cuento según te conviene a todo el que tienes alrededor, lo convierte en más injusto, si cabe...