Ojo lo que me cuesta decir esa palabra. Siempre suelo sustituirla por "hasta luego", quizás porque indica que "luego" en algún momento vendrá. Y si alguien me dice "adiós" siempre respondo "mejor hasta luego". Siempre es mejor hasta luego que adiós y no porque necesariamente ese adios represente que esa persona muere, ni porque ese "hasta luego" represente un luego real. No. Porque hay "adioses" de gente que no murió y "hasta luegos" que llegan a ser eternos.
No me he hecho muchos propósitos para este año, salvo el decir "adiós" a todo lo que me sobra y decirlo en voz alta, sin imaginarlo, así, sin más "adiós".
Adiós porque no me haces falta,
adiós porque eres tóxic@,
adiós porque no quiero ser tu segundo plato,
adiós porque no quiero ser tu pasatiempo,
adiós porque no quiero que me hables
ni que me mires
ni que me mandes un whatsapp sólo por cumplir.
Adiós no porque sí, si no porque me merezco a gente que realmente digan "hasta luego" y ese luego no sea eterno, tan eterno que lleguen a pasar 12 meses sin saber de tí.
Adiós porque me haces sentir mal,
adiós porque no me gustan las promesas en vano,
adiós porque no quiero gente como tú en mi vida, porque sí, porque yo (y tú y todos) llevo el timón de mi vida y haces que mi barco se vaya a la deriva.
Adiós, porque no te valgo, ni te sirvo, como tampoco tú a mí.
Sí, creo que el propósito para este año será aprender a decir adiós, esa palabra con cinco letras que me provoca estragos. Pero aprenderé a decirla porque curará mi alma y sacaré esos lastres que tanto, tanto, tanto pesan en la vida. Porque no, no es necesario llevar en la agenda de tu móvil gente que no te haga reír, gente que no comparta vivencias y gente que sobre todo no te aporte, gente a la que sobras y te sobra más por lo poco que te aportan que por lo que sufres por ellos. Sí, este año, sin lugar a dudas, aprenderé a decir adiós.
De momento mi agenda perdió un pequeñito eslabón al que estuve diciendo "hasta luego" durante 5 años, pero hoy decidí que fuera un adios definitivo.
Porque no, no quiero ser la prioridad de tu vida, pero tampoco quiero ser un vacio, ese vacio que se viste de cansacio con harapos grises y raídos. Yo quiero ser algo más que eso, y tú dejaste de ser quien eras o quien yo quise que fueras, inventando mundos perfectos, dando cobertura a cada excusa tuya, dando cobijo a cada palabra tuya. No vale la pena.
Debemos decir adiós a aquellos que simplemente no se merecen estar en nuestras vidas, y seguir adelante, porque de eso se trata la vida, y de momento que sepamos, sólo tenemos ésta. Y qué bien sienta mover el barco de sitio, soltar el ancla y seguir navegando dejando atrás a aquellas personas que nos hicieron sentir mal, que nos hicieron llorar, que nos utilizaron, que nos engañaron y que convirtieron nuestra vida en un rezo continuado para que las cosas se solucionen y haya un mañana para poder decir hasta luego.
Pero no. No te engañes. Hay personas que merecen tú adiós y tú (¡¡¡ qué narices !!!) te mereces ser respetado, escuchado, amado como el que más.
D. Lorefield
D. Lorefield
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