Páginas

martes, 18 de abril de 2017

Es un hasta luego




He caminado, he aprendido, he llorado, he sonreído, me he distraído y he divagado. He avanzado, he madurado, he luchado, he crecido, me he equivocado, he disfrutado, me he lesionado, he soñado, he triunfado, me he caído y me he levantado, he vivido...

He respirado tan profundo que tuve la sensación de con cada inhalación volvía una parte de mí, una parte que perdí hace ya 7 años. Y hace 7 años a raíz de esa parte perdida nació este blog que me dio vida. Este blog que al principio sólo eran apuntes míos en una libreta de estar por casa, una libreta que ni siquiera compré con ese propósito, pero era para mí, era para él, era para nosotros. Interioricé muchas cosas y aprendí a exteriorizar otras tantas, porque sin duda alguna he aprendido y sigo aprendiendo, al menos esa es la idea. 

Empecé a escribir desde mi dolor, desde ese dolor que jamás podría explicar de otro modo que escribiendo, porque yo, sin duda alguna, sigo sin saber expresar nada que no sea plasmándolo en una hoja, en mi mente, o en un blog, porque como siempre dije, hablar no es cosa mía, no es uno de mis dones, ni una virtud, y no es que escribir lo sea, pero siempre fue más fácil eso que buscar palabras con mi voz. 

Siete años de aprendizaje, siete años de encuentros y desencuentros con el resto y conmigo misma, porque la vida es así, no se planea, simplemente ocurre. 

Después de pensarlo durante muchos meses, he decidido criogenizar este blog, no porque me haya quedado sin palabras, pero sí quizás porque de manera egoísta este blog fue mi sustento, fue mi aire, mi respiro, mi lugar sabático de vacaciones, mi cojín de lucha, mi grito al aire, mi locura transitoria y no transitoria a veces. Fue una parte importante para mí, fue una transición entre lo que buscas y lo que con el tiempo consigues. No es una etapa de niña a mujer, pero sí un ciclo de una mujer que aprendió viviendo y haciendo lo único que sabe hacer: expresar, sentir, vivir, hacer lo que todos hacemos, porque yo sólo soy una pieza más de este fantástico puzzle llamado Mundo. Pero si miro lo evidente, aún con palabras en el tintero, aún con millones de cosas que decir, aún y con todo, ahora estoy en otro ciclo totalmente diferente, en el que quizás y aún con palabras, ese dolor - por el que casi todos los que escribimos lo hacemos por hacerlo desaparecer o mitigarlo- se ha disipado, y aunque jamás olvidaré esos pedacitos que nunca volverán, no tengo esa necesidad de escribir tanto como quizás cuando nació esta habitación. Y también porque tengo el tiempo limitado entre trabajo, casa, familia, amigos...(sigo diciendo que deberían inventar un reloj que marcaran 7.102.014h como mínimo).

Estoy en un mar totalmente calmo, que sólo  se agita cuando ese pequeño terremoto llamado Lucas se ríe o echa a correr, o me abraza, o me besa, o me mira embelesado o también cuando mi chico grande entra en casa cada tarde diciendo "hola mis cosas bonitas" cuando lo más bonito de la casa son ellos dos, mis dos.

No es un adiós, es un hasta luego porque estoy segura que en algún momento de mi vida querré volver a asomarme por aquí, mi cabaña de papel, mi refugio de palabras, mi techo plagado de estrellas y mi ventana de sueños.

Gracias por acompañarme, a todos gracias, a los que me seguís desde los principios, hasta a los últimos que llegasteis, porque todos habéis hecho que esta habitación sea más grande de lo que jamás ni yo misma pude imaginar. Infinitas gracias.

Hasta Pronto...

martes, 4 de abril de 2017

Hay días



Fuiste la piedra que se cruzó en su camino y que se convirtió en roca. Roca que duele, roca que incendia, roca que mata. Se hizo millones de veces la misma promesa: huir, correr, correr, huir. Pero nunca lo hizo, se transformó en lo que fue por un tiempo largo y doloroso a partes iguales, porque dicen que lo que duele se hace eterno y tú le dolías demasiado.

Se transformó en aquella que ya no se maquillaba por sentirse guapa, sólo lo hacía por tapar los golpes que tú le dabas, aquellos que al principio eran espaciados, y al final cada día por la mínima chorrada: tanto si las lentejas estaban calientes como si te parecían heladas.

Fue tu esclava, tu criada, tu enfermera, tu almohada, así no se puede querer, así no merecía ser amaba. No de aquella forma tan devastadora, no de aquella forma que le llevaban poco a poco por el camino a la más absoluta nada. Agarrada de la mano del príncipe que se convirtió en villano, y le destrozaba.

Pero dicen que hay días que llegan y son días de verdad, días con sol, días con aire, días con espejos para mirarte y pensar : ahora es el momento y hacerlo. Salir corriendo, huir, buscar salida, buscarse a sí misma.

Sí, porque hay días y días, días en los que de repente no sólo piensas que se acabó, hay días que simplemente se acaba todo. Hay días en los que tus piernas te piden correr, días en los que puede llover o nevar, granizar pero ella decidió ser fuerte. Hay días en los que ella sale a flote y te deja a tí atrás, porque vivir con miedo, miedo a todo es lo peor que le has podido enseñar.

Pero ahora, justo ahora, ha aprendido a encontrarse a sí misma, ha aprendido a caminar, a desechar todas las rocas que dejaste en su alma, a apartar tu lastre para siempre de su vida. Ha aprendido que sin ti es de nuevo ella, y jura que no se volverá a perder nunca, nunca jamás.
D. Lorefield

Conozco a una de esas personas a las que quiero muchísimo, que tuvo ese día en los que salía adelante, en los que veía el sol... Porque sí, hay días de esos. Por un mundo sin maltrato, por un mundo sin agresiones. Por un mundo donde no hayan más mujeres muertas a manos de nadie.  Decididamente, por un mundo mejor. 

martes, 28 de marzo de 2017

Respira


Respira...Respira...Respira... Cuenta hasta diez, veinte, cien... 

Es increíble que lo primero que hacemos cuando nacemos es respirar, pero en cambio hay veces en la vida que nos tienen que recordar que lo hagamos. Casi siempre lo hacemos automáticamente, pero otras... cuánto cuesta. 

La vida es un regalo, no podría dudarlo, pero a veces es más puta que Montera, y otras es un boxeador que te mete un revés tan grande en el pecho que a duras penas puedes saber ni quién eres. 

Pero tú, respira, no te olvides de respirar. Y de seguir caminando y de confiar que al final del túnel siempre, por pequeña que sea, hay luz, porque a pesar de todo, a pesar de que muchas veces nos golpeen tanto que no queramos seguir, la vida es sueño, tal como dijo Calderón de la Barca. 

No hay trucos, no hay tratos, no hay halloween para la vida, sólo, únicamente hay que vivirla, recordando sobre todo respirar, de coger aire, de seguir adelante, así que tú, ante todo, sobre todas las cosas... respira...
D. Lorefield

martes, 21 de marzo de 2017

Ella



Capturaba momentos con su cámara, y soñaba, sobre todo soñaba. Ella, tan bonita, tan real. Poco femenina pero tan mujer. Ella con esos labios perfectos que cualquiera mataría por robar tan sólo un beso.

Ella con risa de loca, con locura transitoria, y menos mal que transita y no se queda varada en un sólo sitio. Ella tan espontánea y tan mágica. Ella que todo le sienta bien, desde un vaquero hasta el vestido más feo de satén.

Ella es preciosa, aunque no lo sabe. Ella que en ocasiones se muerde las uñas, y en otras lo hace sólo por costumbre. Ella que puede cambiar esos versos tristes de Neruda por los más alegres.

Ella que por donde camina crea poesía, sueña poesía, ama poesía, estudia poesía porque ella es poesía. Ella tan bonita, y tan real. Ella que se emociona aunque sin llorar, porque no es de las que lloran, es de las que ríen hasta estallar, es de las que te contagia la risa hasta cuando viene un vendaval.

Ella que es trueno y tempestad, ella que es amor y amar. Ella, tan sólo ella, ella con dieciocho años, ella, tan niña, tan mujer, tan imperfecta y tan perfecta a la vez.
D. Lorefield

martes, 14 de marzo de 2017

No me gustan tus mentiras



 No me gustan tus mentiras, ni la forma que tienes de liarlo todo. Tienes la capacidad de inventar tantas cosas que es imposible seguirte el hilo, ese hilo que desgarras, arrancas, saboteas y machacas sin pensarlo, porque tú eres así.

No sé desde cuándo llevas haciéndolo, supongo que toda una vida, pero eso suena demasiado largo, demasiado eterno, hasta para tí. Has alejado a personas de tu lado y sigues en pie de guerra cargando el arma con cada mentira, y pegando balazos a todo el que te encuentras a tu paso. Pobre de aquel que se cruza en tu camino y decide quedarse porque no cambias, ni cambiarás, aunque lo que sí haces es reforzarte con cada mentira, con cada invento, con cada artimaña y nadie se atreve a decirte nada, porque eres y te ves fuerte. Porque es a lo que te hemos enseñado todos.

No me gustan tus mentiras, pero más que nada porque aunque no te lo creas hacen que estés sola, hacen que poco a poco la gente se aleje, hacen que los que te quisieron te quieran un poquito menos, pero sobre todo, te hacen daño a tí, y por eso no me gustan tus mentiras.
D. Lorefield
 

martes, 7 de marzo de 2017

La única persona en el mundo



La única persona en el mundo de la que me enamoré antes de haberla visto. La única a la que querré con toda mi alma hasta el fin de mis días. La única persona en el mundo que podría pasarme horas mirando sin cansarme. Mirar cada gesto, cada instante y enamorarme de cada cara suya, tanto si ríe como si pone cara de huevo roto antes de ponerse a llorar porque hasta es bonito llorando.

La única a la que mimaré hasta la saciedad aún a sabiendas que desde afuera puedan pensar que lo mimo demasiado. La única persona en el mundo por la que hice tratos con la vida a cambio de que no le haga sufrir demasiado. La única persona en el mundo por la que daría mi vida sin pensarlo. La única a la que haré tartas de chocolate y aprenderé a coser sólo para hacerle disfraces. La única persona que me desvela cuando algo le duele y por la que haría escaleras eternas hacía la luna. La única persona que es mi octava maravilla.

La única persona en el mundo a la que canto y me mira embelesado. La única a la que cuento cuentos y me incita a volver al principio cuando llegamos al final. La única persona en el mundo a la que miro y siento mío, mío de verdad. La única persona en el mundo que enseñaré a que mis limitaciones no son las suyas. Con la que veré dibujos animados y le diré mil veces "no te pongas tan cerca de la tele", la única con la que gritaré "aúpa" cuando se cae, la única a la daré mi mano siempre que lo necesite y cuando no, también.

La única persona en el mundo a la que haré de "Monstruo de besos" y "Guerrera de abrazos" sólo para verle correr como un loco por la casa y buscarme en cada habitación. La única persona a la que amo con locura, sin límites ni limitaciones. La única persona en el mundo, que me llama "mamá".
D. Lorefield 

martes, 28 de febrero de 2017

¿Sabes?



¿Sabes? me sigue gustando el café con dos cucharadas y media de azúcar, y beberlo caliente en una taza grande de colores animados.

¿Sabes? aún paso por Gran Vía y me acuerdo de aquella vez en la que hablando conmigo, fantaseando quizás, te chocaste contra un semáforo, ¡¡ qué risa !!, ¿te acuerdas?

¿Sabes?, me corté el pelo, aunque no me lo teñí, sólo las canas cuando afloran y es que tú mejor que yo, sabes que nosotros, somos canosos, y me sigue gustando llevarlo recogido en un moño, pero me acuerdo que a tí te gustaba más suelto, sin coletas ni moños que lo ataran y lo privaran del viento.

¿Sabes?, me acuerdo de tu poesía y de tu guitarra. De tus canciones escritas en una libreta y de tu voz recitando todo lo que escribías. Tienes arte, supongo que lo sabes.

¿Sabes?, me acuerdo de las veces en que me dijiste que siempre estaríamos juntos y que pasara lo que pasara, siempre ibas a estar ahí. Jodida palabra "siempre", es como para toda la vida, y luego no es así. No te fíes de nadie que dice siempre, porque siempre no existe.

¿Sabes? también recuerdo lo mal que me hiciste sentir muchas veces, las veces en las que la confianza da verdadero asco y me hacías sentir inferior para subir tú dos peldaños de aquellas escaleras imaginarías.

¿Sabes? prefiero recordar las cosas buenas nuestras, que quedaron en un baúl de un lugar recóndito en mi mente, porque de cualquier forma, siempre estarás ligado a mí.

Pero ahora, libre de tí, ¿sabes? ahora sí puedo tumbarme en la cama, cerrar los ojos y dormir, porque has dejado de ser mi cafeina, mi pesadilla, has dejado de ser quien eras, al menos para mí, porque no hay nada que el tiempo no cure, y definitivamente yo... ya estoy curada de tí.
D. Lorefield

martes, 21 de febrero de 2017

Me casaría contigo


Me casaría contigo, en serio, con tu sonrisa preciosa, con esos labios tuyos, tan carnosos, y esa dentadura perfecta. Me casaría con cada lunar dibujado en tu cuerpo y con tu pelo, que por muchas quejas que pongas, es el pelo rizado más bonito del mundo. Sí, porque lo digo yo, y estando despiertos sabes que mando yo, y mientras dormimos lo haces tú. 

Estoy locamente enamorada de tu D, de esa D que me Desquicia en muchas ocasiones, de esa D vestida de Duende que me cuida cuando tengo fiebre y cuando no también. Estoy tremendamente enamorada de esa D que me Direcciona porque sabes que yo no entiendo los mapas y si diera tres vueltas a la manzana igualmente me perdería. De esa D que Diambula por la noche en mis sueños tejiendo nuevas ilusiones. Caí en las redes de esa D que Danza con un paso extraño porque no sabes bailar, pero me encanta ver cómo lo intentas con cara de interesante. Enamorada de esa D que Debate cada noche sobre las cosas cotidianas del día a día. Porque no dejamos de hablar, somos como cotorros contando infinidad de cosas en infinidad de ocasiones o nada en otras, pero qué bonito tenerte sentado a mi lado, en nuestro sofá, ese que compramos no en rebajas, pero estaba rebajado. 

Me casaría contigo, de verdad te lo digo. Porque me enamora esa D que no me Debe nada y a la que debo tanto. De esa D que Decide conmigo hasta las más pequeñas cosas de la vida, por tontas que parezcan. Me enloquece esa D tuya que me trata como una Dama porque sabes que soy del siglo pasado y me encantan que me dejen pasar primero y que me abran la puerta del coche. De esa D que no Duda en taparme cuando tengo frío, que no Duda en hacer el tonto cuando estoy deprimida. Esa D que conoce mi D. 

Me casaría contigo, en serio te lo digo, me casaría si no fuera porque hace casi una década me casé contigo y desde entonces soy una persona con dos brazos, cuatro piernas, dos almas pero un único corazón: tú, y sí, es cierto, soy asquerosamente cursi, pero me casaría contigo, en serio te lo digo. 
D. Lorefield

martes, 14 de febrero de 2017

En barquitos llamados Recuerdos




Esta noche he perdido mi brújula y he hecho una excursión en pequeños barcos llamados recuerdos a través de un río, mar, océano, qué más da. Hay detalles que no importan. Cada barco me ha llevado a un lugar diferente donde estaba yo en diferentes años de mi vida. 

He visto aquella niña que tuvo que crecer rápido sin apenas conocer la niñez, y he visto a aquella mujer que por primera vez rompían el corazón aquella que se enamoró y aquella chica que se miraba al espejo tratando de alisar sus rizos. He visto aquella persona a la que amigos la defraudaron, la misma que encontró grandes amigos que conserva a través de años, años y años. Aquella que luchó por ser madre y lo consiguió. 

Esta noche he perdido mi brújula, y he hecho una excursión en pequeños barcos llamados recuerdos, y me he dado cuenta de lo afortunada que soy por haber creado la maravillosa familia que tengo y por tener a grandes amigos a mi lado.
D. Lorefield

martes, 7 de febrero de 2017

Malditas apariencias



No, no te equivoques, no me conoces, aunque crees conocerme. No suelo creer en los dichos, la verdad sea dicha, pero hay un dicho que reza algo así como "las apariencias engañan", y tanto que engañan. No te has tomado un café conmigo, no sabes cual es mi color preferido, no sabes nada de mí, así que no te equivoques, porque no me conoces, aunque crees conocerme.

Que las faldas cortas,  los labios pintados y ligarse a un tío por la noche te convierten en una chica de Montera ¿y qué si lo eres?, como tampoco las niñas buenas con faldas hasta los tobillos, esas que no dicen mentiras, y van a misa, son tan buenas como ellas mismas le cuentan a este mundo.

Este mundo que se rige por dichosas y ridículas apariencias, cuando la apariencia no es más que lo que tú eres en tu interior, y para saber eso, deberíamos mirar hacía adentro. Meter nuestros ojos en nuestro propio cuerpo y mirar atentamente.

Que no existen las princesas y que si existen yo no soy esa, que nunca fui de buena ni de mala, que no soy una película, ni un cuento de hadas, que como todos tengo defectos y ay de mí el día que crea  no tenerlos. Que soy una estátua inacabada, que por no saber no sé ni coser, ni hacer un remiendo a un dichoso pantalón que sólo guardo por su recuerdo. Que soy la imperfección personificada, que soy el Desastre más absoluto, la cabeza más loca, que no me considero mentirosa, pero mentí cuando creí que debí hacerlo y tal vez me equivoqué, o tal vez no, no lo sé.

Que muchas veces voy sin frenos, cuesta abajo y abajo sólo me espera un muro de cemento y para frenar, sólo tengo mis manos. Puñetero mundo, que juzga, critica y señala con el dedo a todo aquel que se sale de la norma, ¿pero de qué puta norma hablamos?, ¿quién la impuso?, ¿tal vez quien sube cada año la tarifa del transporte público, los alimentos, la luz, el agua, el gas y se olvida de subir ni un céntimo la nómina? Pues que les den.

No, no soy perfecta ni pretendo serlo, y ya no quiero ser políticamente correcta, porque nunca me gustó la política y odio ser correcta. Es así de sencillo, y si crees que conoces a aquel que tanto criticas, tómate un café con él, gasta una hora de tu tiempo escuchándole, luego regresa a tu casa, mírate al espejo y pregúntate: te gustaría que hablasen de tí?, porque hay palabras que hacen daño, hay algunas que incluso llevan una daga invisible que te atraviesa hasta el alma, y sólo lo sabes porque hasta respirar te cuesta.
D. Lorefield

martes, 31 de enero de 2017



Hay palabras que simplemente me parecen bonitas. Y una de ellas, por extraño que parezca es "desquicio", según el Diccionario de la Real Academía de la Lengua viene a significar "confusión". Y leyendo el significado me parece aún más asombroso que me guste una palabra así cuando yo soy esa típica persona que me gusta tener las cosas bajo mi control y las situaciones fuera de mi control me ponen tremendamente nerviosa, a pesar de que siempre intento parecer tranquila y relajada y muchas veces consigo parecerlo al resto del mundo, o quizás ese mundo me hace ver que me creen ;)

En fin, desquicio, bella palabra porque quizás simplemente me gustas por lo mucho que me desquicias a veces.

martes, 24 de enero de 2017

Un botón de nácar


Pensó que se tragó un botón. Un botón de nácar. Y la ansiedad subía por el pecho y lloraba, lloraba sin parar. No había consuelo para ella. Y sufría, sufría sin parar, y no había nada que frenara tal desconsuelo. Todo fue por ese maldito botón. Ese botón de nácar que se quedó atravesado en su tráquea y apagaba sus pulmones. Y gritaba, pero nadie apreciaba nada. Veían pero no miraban. Y allí estaba ella, en el pasillo, acompañada, pero sola, con un botón de nácar en su garganta.

Años atrás la habían abandonado, había librado una de las guerras más grandes apostándo por ella misma, pero perdió, y no perdió la batalla, perdió la guerra. Y tenía miedo, y desconfianza. Y se sentía absurda y sola, completamente sola. Sola con su botón, su botón de nácar que nunca le abandonaba. Apretado en su garganta, cortándole la respiración.

Los médicos dijeron que se llamaba ansiedad, ella no podía tener eso, porque ella era de las fuertes, de las que luchaban, de las que no se rendían, a pesar de haber perdido más de una vez, siempre se encontraba, y lograba caminar de nuevo y de nuevo deshojaba margaritas. Y de nuevo se encontró, y de nuevo sonrió, y aprendió a vivir con aquel botón de nácar atravesado en su garganta cuando sufría, cuando lloraba, aquel que los médicos llamaban ansiedad, pero ella no era de esas que tenían eso.

Ella era de las que luchaban, se reconstruían y se reencontraban. Sin duda, ella era de las fuertes, ella era vividora de la vida, porque a fin de cuentas, la vida es de lo que se trata.
D. Lorefield

martes, 17 de enero de 2017

Adiós




Ojo lo que me cuesta decir esa palabra. Siempre suelo sustituirla por "hasta luego", quizás porque indica que "luego" en algún momento vendrá. Y si alguien me dice "adiós" siempre respondo "mejor hasta luego". Siempre es mejor hasta luego que adiós y no porque  necesariamente ese adios represente que esa persona muere, ni porque ese "hasta luego" represente un luego real. No. Porque hay "adioses" de gente que no murió y "hasta luegos" que llegan a ser eternos. 

No me he hecho muchos propósitos para este año, salvo el decir "adiós" a todo lo que me sobra y decirlo en voz alta, sin imaginarlo, así, sin más "adiós". 

Adiós porque no me haces falta, 
adiós porque eres tóxic@, 
adiós porque no quiero ser tu segundo plato, 
adiós porque no quiero ser tu pasatiempo, 
adiós porque no quiero que me hables 
ni que me mires 
ni que me mandes un whatsapp sólo por cumplir. 
Adiós no porque sí, si no porque me merezco a gente que realmente digan "hasta luego" y ese luego no sea eterno, tan eterno que lleguen a pasar 12 meses sin saber de tí. 
Adiós porque me haces sentir mal, 
adiós porque no me gustan las promesas en vano, 
adiós porque no quiero gente como tú en mi vida, porque sí, porque yo (y tú y todos) llevo el timón de mi vida y haces que  mi barco se vaya a la deriva. 
Adiós, porque no te valgo, ni te sirvo, como tampoco tú a mí. 

Sí, creo que el propósito para este año será aprender a decir adiós, esa palabra con cinco letras que me provoca estragos. Pero aprenderé a decirla porque curará mi alma y sacaré esos lastres que tanto, tanto, tanto pesan en la vida. Porque no, no es necesario llevar en la agenda de tu móvil gente que no te haga reír, gente que no comparta vivencias y gente que sobre todo no te aporte, gente a la que sobras y te sobra más por lo poco que te aportan que por lo que sufres por ellos. Sí, este año, sin lugar a dudas, aprenderé a decir adiós. 

De momento mi agenda perdió un pequeñito eslabón al que estuve diciendo "hasta luego" durante 5 años, pero hoy decidí que fuera un adios definitivo. 

Porque no, no quiero ser la prioridad de tu vida, pero tampoco quiero ser un vacio, ese vacio que se viste de cansacio con harapos grises y raídos. Yo quiero ser algo más que eso, y tú dejaste de ser quien eras o quien yo quise que fueras, inventando mundos perfectos, dando cobertura a cada excusa tuya, dando cobijo a cada palabra tuya. No vale la pena. 

Debemos decir adiós a aquellos que simplemente no se merecen estar en nuestras vidas, y seguir adelante, porque de eso se trata la vida, y de momento que sepamos, sólo tenemos ésta. Y qué bien sienta mover el barco de sitio, soltar el ancla y seguir navegando dejando atrás a aquellas personas que nos hicieron sentir mal, que nos hicieron llorar, que nos utilizaron, que nos engañaron y que convirtieron nuestra vida en un rezo continuado para que las cosas se solucionen y haya un mañana para poder decir hasta luego. 

Pero no. No te engañes. Hay personas que merecen tú adiós y tú (¡¡¡ qué narices !!!) te mereces ser respetado, escuchado, amado como el que más.
D. Lorefield

martes, 10 de enero de 2017

Dos mil diecisiete




Feliz dos mil diecisiete, suena largo, suena eterno, y yo espero que de igual forma nos parezca así de largo, pues el 2016 que dejamos atrás, a mí me pareció demasiado corto, demasiado rápido, demasiado fugaz. 

Otra Semana Santa soñada y que pasó igual que llegó. De repente, las olas se marchaban con el verano y no eran ellas quienes corrían si no nosotros en nuestro coche para llegar a nuestra ciudad sin playa... Y sumábamos un año más al año de casados y al aniversario de novios, un año más en nuestra casa nueva, otras navidades que se fueron y nuestro portátil sobrevivió a la caída de un vaso de cocacola dejando las teclas "pegajosas" tras días sin poder encenderse. De repente un día me levanté y soplábamos las dos velas de mi hijo. 

¿Qué pasó con el 2016?, llegó, se fugó y nos dejó con recuerdos bellísimos que efectivamente no volverán, pero quedaron fotos enmarcadas, recuerdos en la memoria. Nos dejó alguna que otra cana de más, nada que no se pueda solucionar con un buen tinte. Porque no, no nos tocó la lotería, pero gracias a Dios tenemos salud, y hoy más que nunca es lo que más agradezco. 2016 se marchó, con pocas penas, y muchas glorias, se marchó dejando dibujados meses que no volverán, porque el tiempo nunca vuelve. 

2017 me trae nuevos sueños, nuevas metas, nuevas inspiraciones, agarrada de la mano y de la compañía de las dos personas que más quiero en mi vida: mis dos chicos, mi marido y mi hijo. 

Bienvenidos a 2017, como siempre, sentáos, ponéos cómodos, disfrutar de una buena taza de té o café, quizás zumo, o agua, en cualquier caso, bienvenidos a vuestra casa y gracias por estar aquí, en esta habitación que es tan mía como vuestra.