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martes, 18 de abril de 2017

Es un hasta luego




He caminado, he aprendido, he llorado, he sonreído, me he distraído y he divagado. He avanzado, he madurado, he luchado, he crecido, me he equivocado, he disfrutado, me he lesionado, he soñado, he triunfado, me he caído y me he levantado, he vivido...

He respirado tan profundo que tuve la sensación de con cada inhalación volvía una parte de mí, una parte que perdí hace ya 7 años. Y hace 7 años a raíz de esa parte perdida nació este blog que me dio vida. Este blog que al principio sólo eran apuntes míos en una libreta de estar por casa, una libreta que ni siquiera compré con ese propósito, pero era para mí, era para él, era para nosotros. Interioricé muchas cosas y aprendí a exteriorizar otras tantas, porque sin duda alguna he aprendido y sigo aprendiendo, al menos esa es la idea. 

Empecé a escribir desde mi dolor, desde ese dolor que jamás podría explicar de otro modo que escribiendo, porque yo, sin duda alguna, sigo sin saber expresar nada que no sea plasmándolo en una hoja, en mi mente, o en un blog, porque como siempre dije, hablar no es cosa mía, no es uno de mis dones, ni una virtud, y no es que escribir lo sea, pero siempre fue más fácil eso que buscar palabras con mi voz. 

Siete años de aprendizaje, siete años de encuentros y desencuentros con el resto y conmigo misma, porque la vida es así, no se planea, simplemente ocurre. 

Después de pensarlo durante muchos meses, he decidido criogenizar este blog, no porque me haya quedado sin palabras, pero sí quizás porque de manera egoísta este blog fue mi sustento, fue mi aire, mi respiro, mi lugar sabático de vacaciones, mi cojín de lucha, mi grito al aire, mi locura transitoria y no transitoria a veces. Fue una parte importante para mí, fue una transición entre lo que buscas y lo que con el tiempo consigues. No es una etapa de niña a mujer, pero sí un ciclo de una mujer que aprendió viviendo y haciendo lo único que sabe hacer: expresar, sentir, vivir, hacer lo que todos hacemos, porque yo sólo soy una pieza más de este fantástico puzzle llamado Mundo. Pero si miro lo evidente, aún con palabras en el tintero, aún con millones de cosas que decir, aún y con todo, ahora estoy en otro ciclo totalmente diferente, en el que quizás y aún con palabras, ese dolor - por el que casi todos los que escribimos lo hacemos por hacerlo desaparecer o mitigarlo- se ha disipado, y aunque jamás olvidaré esos pedacitos que nunca volverán, no tengo esa necesidad de escribir tanto como quizás cuando nació esta habitación. Y también porque tengo el tiempo limitado entre trabajo, casa, familia, amigos...(sigo diciendo que deberían inventar un reloj que marcaran 7.102.014h como mínimo).

Estoy en un mar totalmente calmo, que sólo  se agita cuando ese pequeño terremoto llamado Lucas se ríe o echa a correr, o me abraza, o me besa, o me mira embelesado o también cuando mi chico grande entra en casa cada tarde diciendo "hola mis cosas bonitas" cuando lo más bonito de la casa son ellos dos, mis dos.

No es un adiós, es un hasta luego porque estoy segura que en algún momento de mi vida querré volver a asomarme por aquí, mi cabaña de papel, mi refugio de palabras, mi techo plagado de estrellas y mi ventana de sueños.

Gracias por acompañarme, a todos gracias, a los que me seguís desde los principios, hasta a los últimos que llegasteis, porque todos habéis hecho que esta habitación sea más grande de lo que jamás ni yo misma pude imaginar. Infinitas gracias.

Hasta Pronto...

martes, 4 de abril de 2017

Hay días



Fuiste la piedra que se cruzó en su camino y que se convirtió en roca. Roca que duele, roca que incendia, roca que mata. Se hizo millones de veces la misma promesa: huir, correr, correr, huir. Pero nunca lo hizo, se transformó en lo que fue por un tiempo largo y doloroso a partes iguales, porque dicen que lo que duele se hace eterno y tú le dolías demasiado.

Se transformó en aquella que ya no se maquillaba por sentirse guapa, sólo lo hacía por tapar los golpes que tú le dabas, aquellos que al principio eran espaciados, y al final cada día por la mínima chorrada: tanto si las lentejas estaban calientes como si te parecían heladas.

Fue tu esclava, tu criada, tu enfermera, tu almohada, así no se puede querer, así no merecía ser amaba. No de aquella forma tan devastadora, no de aquella forma que le llevaban poco a poco por el camino a la más absoluta nada. Agarrada de la mano del príncipe que se convirtió en villano, y le destrozaba.

Pero dicen que hay días que llegan y son días de verdad, días con sol, días con aire, días con espejos para mirarte y pensar : ahora es el momento y hacerlo. Salir corriendo, huir, buscar salida, buscarse a sí misma.

Sí, porque hay días y días, días en los que de repente no sólo piensas que se acabó, hay días que simplemente se acaba todo. Hay días en los que tus piernas te piden correr, días en los que puede llover o nevar, granizar pero ella decidió ser fuerte. Hay días en los que ella sale a flote y te deja a tí atrás, porque vivir con miedo, miedo a todo es lo peor que le has podido enseñar.

Pero ahora, justo ahora, ha aprendido a encontrarse a sí misma, ha aprendido a caminar, a desechar todas las rocas que dejaste en su alma, a apartar tu lastre para siempre de su vida. Ha aprendido que sin ti es de nuevo ella, y jura que no se volverá a perder nunca, nunca jamás.
D. Lorefield

Conozco a una de esas personas a las que quiero muchísimo, que tuvo ese día en los que salía adelante, en los que veía el sol... Porque sí, hay días de esos. Por un mundo sin maltrato, por un mundo sin agresiones. Por un mundo donde no hayan más mujeres muertas a manos de nadie.  Decididamente, por un mundo mejor.