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martes, 4 de octubre de 2016

Con perdón




No, yo no soy de las que piensa que pedir perdón sea una bajeza o algo semejante a tirarse por el suelo para no volver a levantarse. Más bien soy de las que piensan que pedir perdón enaltece a la persona y que muchas veces en ocasiones incluso se consigue estar a gusto con uno mismo, porque para  mí una de las cosas más importantes es estar bien con cada uno de nosotros, pues a fin de cuentas, en esta vida es lo que tenemos seguro: estaremos con nosotros mismos hasta el final de nuestros días, así que aunque sea por sentirme bien e irme a la cama tranquila pido perdón sin que ninguno de mis cuatro anillos se me caigan a ningún lado. 

Sí, porque es de humanos equivocarse y sí, porque todo el mundo merece un perdón y también todos merecemos poder equivocarnos para poder seguir avanzando y si es con un perdón, mejor que mejor. 

Por supuesto hay quien vive con rencores muy escondidos, rencores incluso que tienen un color amarillento y se sientan al lado de un sofá con olor a rancio y permanece ahí y de ese modo durante muchos y muchos años sin apenas cambiar la postura, ¡¡¡ no qué va !!!!, hay rencores que incluso viajan durante eternidades incansables y duermen en una cama vacía de amor, vacía de un ayer con sonrisas, y a mí simplemente me da mucha pena, sí, porque aunque suene a tópico muy típico, sólo tenemos esta vida y hay que hacer lo imposible por estar lo mejor que podamos con el mundo, así como con nosotros mismos. 

Y si lo piensas muy bien, ¿qué pueden llegar  a hacernos como para que estemos tan enfadados como para no perdonar?, ¿vale la pena vivir toda una vida con rencores recónditos sentados a tu lado?. Yo creo simplemente que no...

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