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lunes, 24 de febrero de 2014


Fijáos que hoy decidí desempolvar mi pequeña nota que tengo guardada con ciertas cosas que se me ocurren y que voy escribiendo. Unas cosas publicadas en este blog y otras tantas para mí misma.

Vamos a jugar a un juego,
un juego donde yo estoy bien y tú mejor.
Vamos a reírnos por esta vez,
y vamos a olvidar aquello que en algún momento hizo mal.
Vamos a olvidar el hoy que no es tan bueno,
y vamos a inventarnos un mañana,
donde no exista el dolor, ni las lágrimas.
Vamos a reírnos de nosotras mismas,
por esta vez y alguna que otra más.
D. Lorefield

Visto así, tiene poco sentido, pero cierto es que yo de pequeña siempre jugaba a un juego (no recuerdo si viene de alguien o algo). El juego consistía en que siempre tenía que imaginar que aunque un día fuera "medio tonto", siempre debería buscar algo para hacer ese día como un día "menos tonto". Claro, evidentemente que para un niño un día súper tonto puede ser que de merienda haya un bocadillo de paté en lugar de nocilla, y hacerlo un día no tan drámatico podía ser pensar en que otros no tenían ni eso.

 Yo cuando era niña era capaz de convertir cualquier cosa en súper drámatica al igual que cualquier tontería podía llegar a hacerme la personita más feliz de la faz de la tierra, pero siempre pensando en el resto del mundo mundial (incluidas las ballenas que me podía pasar horas llorando por ellas) ¡¡¡ Imaginaros cómo cambió mi cuento !!!. No es que ahora sea otra cosa, pero digamos que olvidé jugar a ese juego. Hace unos meses, en cambio, muchos días jugábamos. Mi amiga. Para que la iba el escrito, y la que jugaba a este juego mejor que nadie en este mundo. Te echo de menos, loquita.

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